Soy madrileño de nacimiento y desde la preadolescencia sentí la llamada de las letras. Actualmente compagino la escritura con mi trabajo como Auxiliar de Seguridad. He publicado, entre otras novelas: "Sejo, Imperdonable Traición", "Dime que no es verdad" y "Álvaro Rubí".
La razón es muy sencilla. Cuando yo empecé a escribir, Internet no ofrecía la posibilidad como hoy en día de autoeditar siendo un autor desconocido. Me han cerrado las puertas de muchas editoriales a lo largo de los años, y con la única que tuve la oportunidad de publicar fue como Coedición, cuando en 2011 veía la luz por primera vez «Sejo, Imperdonable Traición», que hoy en día he reeditado en Amazon. Años antes había conocido Lulu.com, que también me gusta bastante; allí publiqué «Cuando Calienta El Sol», «El Enemigo en Tus Entrañas» y «Pacto de Amor», pero con el tiempo he ido reeditando en Amazon, ya que me gusta más lo sencillo que es autopublicar y crear portadas uno mismo, lo que muchos desaconsejan si no eres diseñador gráfico. No obstante, Amazon tiene un problema que debería corregir: No te pide una copia de los derechos de autor, pero luego a veces ponen en duda la autoría porque haya estado tu contenido en una plataforma de pago como Scribd, eso por mucho que digan que es público, ellos saben que no es así, porque Scribd es para suscriptores que pagan por el contenido.
Sin embargo, veo la autopublicación como lo mejor hoy en día, ya que las editoriales solo te publican si eres famoso, si tienes muchos seguidores en RRSS o si les pagas la edición. Y para colmo, no les interesa el Ebook. Solo les interesa vender en papel, y en una era digital como la que vivimos, en mi opinión, es ser insensatos. Ojo, yo defiendo el libro en papel, por supuesto, pero soy consciente de que cada vez se lee más en Ebook /Kindle, etc… Leas como leas, abrir un libro siempre es buena idea. Y si escribes, te animo a autopublicar. No te rindas, yo no lo he hecho a pesar de que hoy en día, me cuesta darme a conocer. Hay mucha competencia, lo sé, pero no tires la toalla, siempre habrá alguien que quiera leerte. Todos tenemos nuestro público.
El destino cruza los caminos de Dafne, Naím y Marcos envueltos en un triángulo amoroso que pondrá en peligro la amistad de los dos chicos, a quienes Dafne cree amar de la misma manera. Los tres protagonistas tendrán que lidiar con sus conflictos personales y familiares, mientras a su alrededor una familia americana llega a la costa levantina cambiando su vida para siempre un día de visita en un zoo, donde los animales se rebelan dando poderes a los hijos del matrimonio Lovers Scream.
(Se trata de la única novela en que he usado la Fantasía en el caso de la familia cuyos hijos adquieren poderes)
El calor no tardó en llegar en mayo, justo un mes antes del verano a la costa levantina. Los días de playa eran apetecibles para cualquiera que viviera o pasara las vacaciones estivales en Torrevieja, provincia de Alicante.
Esmeralda Rojas Marcos era una joven venezolana que llevaba cinco años viviendo en Torrevieja. Era bella, bella como el mar; su cabello era de un color castaño de belleza exquisita, ondulado y largo. Ese verano se había quedado sin trabajo, pues había perdido su puesto como teleoperadora en una empresa de taxis. La empresa decidió que por falta de más taxis no podían seguir manteniendo el personal de la central de Taxicom.
Esmeralda estaba muy contenta con ese trabajo cuando empezó en el mes de abril. Pero tal alegría le duró solo treinta días.
Topacio Rojas Marcos era una de las hermanas de Esmeralda, que tenía 24 años; Topacio tenía uno más, había cumplido 25 en mayo; había trabajado con sus hermanos Esmeralda y Ezequiel en la misma empresa de taxis. Topacio tenía el cabello negro azabache pero lo que más destacaba en ella eran sus preciosos ojos verde esperanza. Su sonrisa era tan bella como la de su hermana Esmeralda.
Ezequiel era el hermano menor, tenía 21 años. Era castaño, de ojos marrones, su estatura era 1,70; en lo cual le ganaban sus hermanas, que medían 1,80. Ezequiel era llamado familiarmente “Zequi”. Tenía problemas con sus padres, pues estos no comprendían que el joven no quisiera pertenecer a su religión, ya que eran Testigos de Jehová.
Esmeralda y Topacio habían estudiado la Biblia para ser Testigos de Jehová, pero solo Topacio había llegado a bautizarse como tal. Era la única de los tres hijos que formaba parte de tal confesión religiosa.
Mauricio Alberto Rojas era el padre de Esmeralda, Topacio y Ezequiel; era un hombre algo severo y estricto que no soportaba mucho a Zequi. Amatista Rojas de Marcos era la esposa de Mauricio Alberto, al que, para acortarle el nombre, llamaba “Mauberto”. La mujer, de 46 años amaba a sus tres hijos por igual, pero por desgracia su marido le hacía la vida un poco difícil cuando criticaba con dureza los defectos de Ezequiel, a quien parecía tener manía y animadversión, pese a que se suponía que debía tratarle con cariño y respeto. Amatista era morena, pero estaba teñida de rubia. Tenía unos bonitos ojos castaños, de nariz ovalada y labios gruesos muy pronunciados. Años atrás había acogido en su casa a su sobrina Paola Rojas Marcos, que se había quedado huérfana tras morir sus padres en los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York.
Paola era una morena muy sensual de ojos negros que respetaba las creencias de sus tíos, pero iba por su camino, como Zequi, que era una víctima del maltrato psicológico de su padre, pero estaba acostumbrado, lo cual odiaba Topacio, quien muy dentro de sí deseaba llevarse a su hermano a vivir a otro lugar; cuando tuviera dinero para alquilar un piso para los hermanos Rojas Marcos junto a Paola, a quien Mauricio Alberto despreciaba por no ser Testigo de Jehová como toda la familia.
Topacio respetaba a su padre, pero opinaba igual que Zequi, la mayoría de las veces no parecía ni la sombra del “intachable cristiano” al que conocían, respetaban y hasta admiraban sus compañeros de creencias.
Zequi era un gran aficionado a las telenovelas que no se perdía ni una, las veía todas y lo sabía todo sobre el tema. Su favorita era La Usurpadora, producción mexicana que había visto entera como treinta veces y nunca se cansaba.
Esmeralda era también aficionada a las telenovelas y odiaba a la gente que las llamaba despectivamente “culebrones”, pues tal adjetivo le parecía hasta un insulto al género que durante años disfrutaba en las sobremesas de Televisión Española. Su telenovela favorita la había visto precisamente por ese canal; se titulaba Cristal, la cual batió récords de audiencia en España, éxito que después se repitió con una producción protagonizada por los mismos actores de Cristal; se trataba de La Dama de Rosa.
Rocío Gala Prieto era la mejor amiga de Esmeralda, que también se había visto afectada por el despido de Taxicom, pues también trabajaba con los hermanos Rojas Marcos.
En Madrid, un guapísimo joven americano llamado Andrew Stevenson King, que trabajaba como teleoperador en Taximad, una empresa de taxis de Madrid en la que llevaba trabajando un año a las órdenes de su padre, que hasta hacía poco era un humilde taxista. George David Stevenson Willem era un hombre humilde que a pesar del éxito de la empresa seguía viviendo en el barrio de siempre, en La Latina.
Aunque nacido en Nueva York, Andrew siempre había vivido en Madrid desde que cumplió los 10 años, por lo cual hablaba español perfectamente. Andrew tenía un hermano gemelo idéntico a él. Sus rostros eran como dos gotas de agua; estaban muy unidos, lo sabían todo el uno del otro. Alexander James también se crió en Madrid al igual que su hermano Andrew, quien para acortarle el nombre le llamaba Alexei.
Jeremy Williams Thomas era el mejor amigo de Andrew. Era el típico guaperas rubio de ojos azules que volvía locas a todas las féminas a su alrededor.
Yolanda Rojo Abreu era otra de las amigas de Esmeralda que salía mucho con ella y con Rocío Gala, a quien conocía desde niña, pues fueron al mismo colegio en México. Compartían piso en el centro de Torrevieja, muy cerca de la Playa del Cura.
Andrew fue llamado por su padre, quien le preguntó dónde querían ir de vacaciones de verano su gemelo y él; lo tenían muy claro, ambos querían ir a Torrevieja.
Por tierras del levante, Esmeralda dijo a sus hermanos que no pensaba buscar trabajo en todo el verano, pues tenía la esperanza de que volvieran a contratarlos en Taxicom cuando tuvieran más socios. A sus hermanos les pareció bien y pensaban lo mismo, pero cuando Mauricio Alberto oyó la conversación le gritó a Zequi que se olvidara de esa idea, pues no soportaba que estuviera desempleado; quería a toda costa meterle en una empresa de construcción, lo cual Ezequiel odiaba. Amatista impidió que eso sucediera e impulsó a Zequi a buscar empleo en los supermercados de Torrevieja, lo que no gustó nada a Mauberto, que quería ver a su hijo trabajar muy duro; y es que veía el trabajo de supermercado como un “empleo de maricas”. Zequi no deseaba trabajar de albañil, pues lo consideraba una “bajeza”. En ocasiones se daba aires de grandeza, lo que su madre no soportaba; debido a tal manera de comportarse las discusiones eran en la casa como el pan nuestro de cada día.
El mejor amigo de Zequi era un atractivo joven que trabajaba como comercial en una inmobiliaria del centro de Torrevieja. Se llamaba Iñaki Obradoiro y tenía 25 años. A Mauberto no le gustaba nada tal amistad, puesto que sabía que Iñaki era homosexual.
Zequi era gay; lo sabían todos, pero sólo era respetado por Esmeralda y Paola, pues los Testigos de Jehová no aceptan a los homosexuales, ya que, según su interpretación, la Biblia condena a tales personas.
Alexander James era gay, lo que a su hermano le gustaba mucho, pues así no se pelearían por chicas. Andrew decidió que se iría con su hermano a Torrevieja en cuanto les dieran las vacaciones de verano. George David se las dio el primer día del mes de junio, cuando se fueron en coche a Torrevieja los dos solos, pues el resto de la familia llegaría a partir de julio.
Alexei era más serio y tímido que Andrew, quien era más extrovertido que su gemelo, al que amaba más que a nadie de su familia. Melanie Kingship Scott era una bella joven irlandesa de 22 años, y era la mejor amiga de Alexei.
Andrew y Alexei llegaron a Torrevieja de madrugada y se fueron a dormir al Hotel Masa para no molestar a sus parientes que vivían en la ciudad costeña.
Paloma Durán era una joven que había sido asignada para trabajar de socorrista en la Playa de Los Locos, donde iban mucho Esmeralda y sus amigas, que conocían a Paloma de salir de marcha por los pubs de Torrevieja y de discotecas por pueblos como Los Montesinos, Catral y Crevillente.
Paloma llamó a Esmeralda para decirle donde iba a trabajar ese verano, lo que alegró a la hermana de Zequi, quien se llevaba muy bien con la camarera del Pub Tirachinas. Y es que Paloma no pensaba dejar su trabajo de fin de semana.
Topacio estaba encantada con su grupo de amigos en su religión y no envidiaba las amistades “mundanas” según ella, de Zequi, Esmeralda y Paola.
Sandro Anselmi era un joven que estaba luchando contra las drogas, pues quería salir del vicio que le había hecho perder toda su fortuna; Alexei era muy amigo suyo y le tuvo un tiempo alojado en la casa familiar, con el consentimiento de Chantal King, la madre de los atractivos gemelos.
Como una marioneta. Así se sentía Ezequiel en muchas ocasiones. Como una marioneta en manos de sus padres, a los que Esmeralda criticaba con dureza por la mediocridad de su déspota y tirano progenitor.
Kristofer Stevenson era uno de los primos de Andrew y Alexei que vivía en Torrevieja; a su casa llegaron los gemelos a las doce del mediodía. Kristofer era un atractivo joven de 28 años, de pelo castaño y ojos marrón verdoso; estaba casado con una francesa llamada Marie Estevé. Marie era rubia y esbelta; tenía unos preciosos ojos negros. Era muy elegante; procedía de una familia venida a menos en el siglo XIX, por lo cual vestía conforme a la época de sus familiares. Este hecho llamaba mucho la atención de sus amigos y conocidos.
La primavera pasó y el esperado verano llegó; los informativos de televisión, así como varios medios de comunicación alertaban a la sociedad española de que sería un verano muy caluroso. No tardó en llegar la primera ola de calor, que provocó una masiva afluencia a las playas, gente sencilla y de toda clase con sus toallas, sombrillas, colchonetas, raquetas y neveras para disfrutar a lo grande en la playa.
Los gemelos Stevenson King acordaron ir todos los días a la conocida Playa de Los Locos, pues llevaban medio mes yendo a las playas de El Campello, San Juan, Salvaje, La Marina, Guardamar del Segura, Santa Pola y La Mata. Además, la Playa de Los Locos tendría plataforma desde agosto, por lo que les encantaba esa playa por mucho que se llenara. Y es que, en agosto en la Playa de Los Locos es casi misión imposible poner una toalla a menos que se llegue a las ocho de la mañana.
Paola defendió con valentía a los homosexuales cuando su tío Mauberto dijo que “todos los maricones deberían morir”, comentario que ofendió sobremanera a Topacio y Esmeralda, quienes criticaron a su padre que ofendiera a Zequi cuando él no estaba presente.
Marie Estevé propuso a su esposo que se fueran ese fin de semana a su residencia de verano en Alicante para dejarles la casa libre a los gemelos, a lo cual Kristofer accedió.
Zequi estaba en la playa con Iñaki, quien había cogido vacaciones ese mes de junio y en julio también, pues además de disfrutar de la costa cerca de casa se iría a Roma con su amigo Oskitxu Hodeiuxu, que era vasco. A Iñaki le irritaba sobremanera que Mauberto fuera tan homófobo como le describía Zequi; y es que Iñaki había dejado de ser Testigo de Jehová por ser gay. Por tal razón era un “expulsado” y la familia de Ezequiel excepto Paola y Esmeralda no le hablaban, ya que los Testigos no tienen trato y ni siquiera cruzan un saludo con quienes han sido removidos de tal confesión religiosa organizada.
Rocío Gala había estado enamorada de Iñaki, pero comenzó a olvidarle cuando supo que él no podría corresponderla debido a su homosexualidad; pero entre ellos surgió una bonita amistad que consideraban muy especial.
Topacio y Paola discutieron a causa de la homofobia de su padre; era inconcebible que siguiera atacando a Zequi siempre con lo mismo; por esto, Topacio pasó de un extremo a otro; de ser una joven devota en sus creencias a dejar todo de lado pese al mal ejemplo de su progenitor. Topacio no quería que se le contagiara el injusto desprecio de su padre hacia su hermano gay, al que quería más que a su hermana Esmeralda por ser el único hermano varón. Cuando Paola y Esmeralda oyeron de sus labios la frase “¡Voy a dejar la verdad!”, comprendieron que Topacio ya no sería más la favorita de Mauricio Alberto, pues este la odiaría nada más saber que no pertenecería más a su religión. Paola y Esmeralda apoyaron su decisión y animaron a la futura ex Testigo a no darle vueltas a la reacción de su padre, pues no merecía la pena.
Topacio urdió un plan para hacer más daño a su padre: provocar ser expulsada de la congregación; para esto buscó un ligue aquella tarde en la Playa de La Mata, una tarde en la que fue a bañarse con Paola y Rocío, con quienes ni corta ni perezosa se puso a fumar, práctica que los Testigos de Jehová condenan basándose en un pasaje bíblico que comienza diciendo: “límpiense de toda contaminación de la carne y del espíritu” en la Segunda Carta del Apóstol Pablo A Los Corintios.
La casualidad hizo que precisamente una Testigo de Jehová viera a Topacio fumando. Se trataba de Margamariana Rojo Abreu, prima de Yoli, que no dudó en reprochar con dureza el comportamiento “mundano” de Topacio, quien con altanería y soberbia –cualidades poco habituales en ella hasta entonces-, le echó el humo a la cara…
TOPACIO: Hago lo que me da la gana….
MARGAMARIANA: ¿Pero qué dices, desvergonzada?
TOPACIO: ¡¡¡ Lo que oyes!!!, ya estoy harta de que me digan lo que puedo o no puedo hacer…
MARGAMARIANA: Vaya, entonces no te arrepientes de lo que estás haciendo…
TOPACIO: De ninguna manera. Mi vida es mía; soy dueña de mi destino, puedo hacer lo que me plazca.
MARGAMARIANA: Ten en cuenta que cada uno rendirá cuentas a Dios por sus actos, lo dijo el Apóstol Pablo en su Carta a los Romanos.
TOPACIO: ¿Ah, sí?, pues la Biblia también dice que no se debe uno entrometer en asuntos ajenos…
MARGAMARIANA: Esto no es como dices tú, estoy intentando que recapacites y abandones esa conducta mundana que sólo te echará a perder. El mundo de Satanás no te va a ofrecer nada bueno…
TOPACIO: ¡¡¡Basta!!!, ¡vete, fuera de mi vista!…
MARGAMARIANA: Me voy sí, pero tarde o temprano tendrás que hablar con los ancianos.
TOPACIO: Me trae sin cuidado si se enteran o no esos charlatanes que parecen loros repitiendo siempre las mismas chorradas en la plataforma.
MARGAMARIANA: ¡¡¡Basta!!!, vete al mundo si quieres, pero no te permito que ofendas así a los hermanos que tanto se esfuerzan y trabajan por la organización…
TOPACIO: ¡Que me da igual!, chívate tú si quieres.
MARGAMARIANA: De verdad chica que yo te desconozco; no pareces la misma. Si es que no sé de que me extraño; porque tus malas compañías lo dicen todo…¡así como no vas a violar los principios bíblicos!…
TOPACIO: No me hables de lo que tu Dios condena, si tienes un mínimo porcentaje de inteligencia habrás percibido que nada de lo que has soltado por esa bocaza me interesa, así que lárgate, me da asco verte la cara de amargada que tienes…
MARGAMARIANA: Adiós, Topacio. Un día te arrepentirás de lo que estás haciendo y diciendo.
Margamariana se marchó llorando desconsoladamente por lo que le había dicho la hija de Mauberto.
Oskitxu se quedó sin palabras cuando Topacio le pidió que se acostara con ella para que la expulsaran de su religión; mas a pesar de que le sorprendió tal petición, accedió a los deseos de la lujuriosa joven; le hizo el amor con pasión y frenesí.
Mauberto se dejó llevar por una ira incontrolada pegándole una brutal paliza a Zequi cuando vio que estaba en la cama viendo la telenovela de sobremesa Amor Real.
Oskitxu le pidió a Topacio que fuera su novia, pero ella le rechazó, dejando claro que sólo quería placer de cama con él; por esto, él chantajeó a la hija de Amatista confesando que había grabado el acto sexual, por lo cual Topacio, acorralada, aceptó salir con él.
Zequi e Iñaki comentaron la brutal paliza que le había pegado Mauberto, lo cual había indignado a Iñaki cuando Ezequiel, llorando a lágrima viva, se lo contó. Cuando se encontraron con Esmeralda y se lo dijeron, la joven se puso furiosa y sugirió denunciar a su progenitor, a lo cual el agente inmobiliario le dio la razón diciéndole: “Tu padre es un cerdo, esto no puede quedar así”.
ESMERALDA: Claro que no quedará así, yo no pienso permitir ninguna injusticia, y mucho menos tales agresiones…
IÑAKI: (Tras pensar unos segundos…) Yo creo que en vez de denunciarle tendríamos que hablar con un anciano y contarle lo que ha pasado, así van a descubrir qué clase de padre es Mauricio Alberto Rojas.
ESMERALDA: Eso no es mala idea, así se le caerá la máscara a ese hipócrita. ¿Tú qué opinas, Zequi?…
ZEQUI: Pues que Iñaki ha dado en la diana con su idea, estoy totalmente de acuerdo.
IÑAKI: Es lo que se merece el hipócrita tu padre.
Ajenos a tantos problemas, Andrew y Alexei disfrutaban de un caluroso día de playa en compañía de Jeremy Williams, con quien al final se habían marchado a compartir un apartamento para no causar gastos ni molestar a su primo Kristofer.
Margamariana no tardó en hablar con Mauberto y Amatista sobre el pecado de Topacio: verla fumar; Mauberto montó en cólera y al ver a la joven “mundana”, la echó de casa tras abofetearla. La lujuriosa joven juró para sí vengarse y se encaminó hacia la casa de Oskitxu, quien recibió encantado a su novia, quien viviría con él a partir de entonces; pensando para sí: “Ay zorrita, no te me vas a escapar, guarra, te voy a hacer lo que yo quiera, te tengo en mis manos”.
Esmeralda, Rocío y Yoli fueron solas a la Playa de Los Locos una mañana de finales de junio, mientras Andrew y su gemelo también se dirigían al mismo lugar.
Iñaki comentó que él no hablaría con los ancianos pese a ser un expulsado, por lo que Paola, decidida a defender la dignidad y honra de su primo Ezequiel, decidió intervenir ella y hablar con quien correspondiera de tan espinoso asunto.
Andrew creyó estar en el cielo cuando vio la belleza de Esmeralda por primera vez; ella creyó que un ángel había caído del cielo al verle. Sus corazones comenzaron a latir más deprisa a medida que se acercaban más el uno al otro.
Alexei emprendió la retirada; su “intuición gay” –como él decía-, le avisó de que su hermano había visto a una bella joven de la que se había quedado prendado nada más ver su bello rostro angelical.
Aicardo Santiesteban recibió intrigado a Paola en su casa. Él era un anciano de la congregación de sus tíos; Paola se presentó con Zequi, de quien hablaría acerca de la paliza salvaje que había propinado Mauberto a su hijo cuando descubrió que este veía una telenovela, lo cual dejó al anciano de 37 años demasiado sorprendido y perturbado, pues nunca hubiera imaginado que Mauberto fuera un hombre violento.
Andrew se acercó a Esmeralda y se presentó, lo cual hizo ella a su vez y le presentó a sus amigas Rocío y Yoli, a quienes impresionó el físico del “tío cañón” que tenían frente a ellas y cómo no, su angelical sonrisa.
Por su parte, Topacio escribió una carta a los ancianos de su congregación para expresar su renuncia a seguir siendo Testigo de Jehová, tras de lo cual se encaminó a casa de sus padres y dejó la misiva en el buzón.
Amatista salió de casa muy triste; echaba de menos a Topacio. Antes de salir a la calle abrió el buzón y allí encontró la decisiva carta, que rezaba así:
“Yo, Topacio Rojas Marcos, renuncio a seguir siendo reconocida como Testigo de Jehová, por esto es mi decisión ser desasociada de la organización”
Amatista subió a casa y entre sollozos, entregó la carta a su esposo, quien frío como el hielo, no mostró pesar ninguno por lo que su hija había escrito y se citó por teléfono con Aicardo para entregarle la carta de Topacio.
Paola intentó consolar a su tía cuando esta le contó sobre la desconcertante decisión de Topacio, pero Amatista no podía dejar de llorar, tal situación era demasiado triste para su sensible corazón.
Oskitxu comenzó a presionar a Topacio para que le presentara oficialmente como su novio, mas ella le pidió paciencia, pues si lo decía en esos momentos, sus padres le verían como el culpable de que ella renunciara a ser Testigo de Jehová.
Rocío y Yolanda comprendieron que sobraban frente a Andrew y Esmeralda tras hablar un rato los cuatro, por lo cual se fueron a bañarse tras dejar sus toallas bajo la sombrilla de Coca-Cola que llevaban, dejando solos a los dos, mirándose con un amor que recién nacía.
Las vidas de los gemelos Andrew y Alexei se cruzan durante unas vacaciones en Torrevieja con Esmeralda y sus hermanos en un verano que nadie olvidará. El fanatismo religioso de la familia de Esmeralda en lo que tiene que ver con la homosexualidad de Ezequiel dará lugar a acontecimientos que nadie hubiera imaginado. Mucho menos la trama de una cruel traición durante una boda…
En plena Edad Media, se cruzan las vidas de Marlene, la Condesa del Salmón Ahumado y Natalio, el Duque de Agua de Rosas en una controvertida historia de amor por la cual tendrán que luchar contra viento y marea pese a la oposición de los condes, quienes desean casar a su hija con otro hombre al que en un principio no ama. Dispuesta a vivir su amor pese a la sociedad, Marlene se rebela, pero descubre un secreto de Natalio que nunca hubiera imaginado, un secreto que en aquellos tiempos era castigado con pena de muerte…
Deseando perder de vista a mi familia, así estaba yo pocos días después de que mi abuelo convenciera a mi padre de comprarme el móvil, pues por lo visto se había visto obligado a “pagar” el daño emocional que me estaba causando con su desprecio, con su rechazo.
Mi abuela se quedó perpleja cuando yo le contaba todo. Me daba la razón cuando yo le decía que deseaba cuanto antes irme lejos y perderles de vista, no solo a él, sino a mi madre y mi hermana, sin mencionar a mi hermano pequeño, el que menos culpa tenía de todo. Pablito se ponía muy triste al ver como me trataba mi padre, y más de una vez me dijo algo así como “yo creo que a papá le das asco por ser gay”. Y eso con menos de 10 años.
Mi madre luchaba entre la espada y la pared, pero ella nunca me ha odiado. Me quiere mucho y lo sé, por eso me defendía cuando mi padre se metía conmigo. Mi hermana también era una de las afectadas por los malos humos que a veces se gastaba mi padre. Por culpa de él, su amistad con Beli se había visto amenazada por lo mal que se comenzó a llevar con Junio Martín, el que fuera su gran amigo tiempo atrás, por asuntos de trabajo. María Eusebia, la madre de Belinda, estaba comenzando a presionar a su hija para que no se juntara tanto con mi hermana, y todo por culpa del que no hace falta nombrar.
Jacinta Domínguez es la abuela materna de mi prima Rubí; la madre de mi tía Paz. Fui a visitar a Jacinta, quien se quedó muda por lo que le contaba de mi padre, repitiendo mis palabras acerca de cómo siempre “se hace la víctima”. Puso verdes a los Testigos en general por culpa de su actitud pronunciando frases como: “Eso desde luego no es propio de alguien que va hablando del reino de Dios predicando por las casas y las calles”.
Mi abuela Juani se escandalizó al oír lo que Jacinta me había contado sobre la mala imagen que tenía de los Testigos por culpa de la actitud que había visto en mi padre. Pero se echó a reír conmigo cuando le conté que nos habíamos reído un poco al recordar los buenos y divertidos momentos que había pasado con la prima Rubí, cuando estuve en su casa el pasado año.
Mi abuelo Florencio llegó del Caprabo cargado con bolsas y se alegró al verme allí, pues quería saber cómo iba mi búsqueda de trabajo.
YO: Pues, sigo en la búsqueda, pero la verdad no tengo ganas de trabajar aquí. Estoy deseando perderles de vista. No puedo más. Es que vivir en casa me supone una dura prueba, no exagero…
JUANI: Ya lo sabemos, hijo, es muy fuerte que tengas que pasar por algo así.
Días después, llamé a Sejo por teléfono y hablamos casi por media hora, durante la que me preguntó qué diantre pasaba en casa y yo se lo conté con todo detalle. Se quedó flipando. Nos tiramos hablando casi tres horas. Tuve que colgar, era obvio, antes de llegar a mi portal.
Empezaba el mes de mayo y yo estaba ya más que harto de estar en casa, por lo que comencé a planear la manera de regresar a Madrid, más aún cuando mi padre dijo que si seguía estando expulsado, no quería que viviera en casa. Mi madre no daba crédito a lo que estaba escuchando. A las claras, mi padre me estaba echando de casa. A mediados de mayo, mi amigo Jose Luis Ruiz, que tenía 47 años, me dijo que iba a ir uno de los fines de semana de ese mes a Torrevieja, lo que me alegró, pues así le hablaría de mis planes de irme a Madrid.
El día 12 de mayo fui a la biblioteca y allí conocí a una belleza escultural que se sentó a mi lado. Una rubia bellísima de nombre Alcira Arismendi. Su nombre me encantó. Conectamos muy rápido. Ese mismo día me invitó a tomar un café en el Casino de Torrevieja, un lugar que desde entonces, me encanta. Alcira se alegró mucho de que estuviera escribiendo una novela que llevaba su nombre.Me contó que venía de Venezuela y que llevaba tan solo dos meses en Torrevieja, pero que había vivido en Madrid un año muy cerca del barrio de mi prima Silvia, sólo que ella vivía en Plaza Elíptica, zona que yo conocía muy bien.
Alcira se quedó sorprendida al saber cómo me trataba mi padre, pues con el pasar de los días nos hicimos confidencias de todo tipo y ella llegó a convertirse en mi ángel de la guarda, mi mejor amiga.
Jose Luis llegó a Torrevieja el viernes 16, cuando yo le dije a Alcira que si tuviera la oportunidad me iría a Madrid sin pensarlo, pues ya estaba harto de todo y deseaba perder de vista a mi familia.
ALCIRA: La verdad que me daría mucha pena que te fueras, me caes muy bien.
YO: No te preocupes, no me puedo ir todavía por falta de dinero, primero tendré que encontrar un trabajo para poder irme a Madrid. Y cuando tenga un trabajo, pues tendré que ahorrar.
Jose Luis no vino sólo a Torrevieja, sino con su madre, que tenía 83 años y estaba enferma de reuma. El sábado planeamos vernos en el Boys, pub de ambiente gay de La Mata. Nos vimos a eso de las doce de la noche y me invitó a un cubata cuando llegué al Boys, en el que sólo había tíos mayores de 30 años. Como una hora después, salimos del Boys y me llevó a su coche, donde me regaló unos discos de música variada, lo que le agradecí. Después me llevó a El Moncayo, un paraje de ambiente cercano a la playa de Guardamar del Segura. El Moncayo era una especie de picadero donde algunis clientes del Boys llevaban a sus ligues de turno si no tenían sitio donde fornicar a gusto.
Ya en El Moncayo, me empezó a tocar y lo hicimos lentamente, pero sin penetración, ya que yo no tenía muchas ganas de ser penetrado. Poco después me llevó a casa, donde caí en la cuenta de que se me había olvidado preguntarle si podía irme con él a Madrid al día siguiente. Le mandé un mensaje al móvil preguntándoselo. Después, me acosté nervioso. “Si pudiera irme sería perfecto, pues al llegar a Madrid, me iría directamente a casa de la prima Silvia. Ojalá salga bien, porque lo tengo todo calculado. Si todo sale bien, este viaje será un éxito total y rotundo”, pensé. La última frase se me había pegado del divertido personaje de Vilma en la telenovela Secreto de Amor. Mi prima me había dicho que podría ir a su casa si me veía obligado a volver a irme de Madrid, por eso no tenía que preocuparme.
Al día siguiente, quedé con Alcira para ir juntos a la Playa del Cura, donde no dejábamos de hablar sobre el que podría ser mi próximo viaje a Madrid si Jose Luis no tenía ningún problema en llevarme en su coche.
Jose Luis leyó el mensaje que yo le había enviado por la noche cuando se levantó y me llamó para darme la respuesta: “Claro que te puedes venir en mi coche, pero sólo te voy a pedir una cosa: tenemos que ser discretos, pues no iremos solos. Viene mi madre, que como ya sabes vino conmigo”.
Su madre se llamaba Vicenta Dicenta. Yo le prometí a Jose Luis que sería discreto.
JOSE LUIS: De acuerdo. Entonces te recojo a las tres de la tarde en la Estación de Autobuses de Torrevieja. ¿Te viene bien a las tres?
YO: Sí, a esa misma hora.
JOSE LUIS: De acuerdo, pues allí nos vemos.
Llamé a mi madre para avisarle de que me iba a Madrid ese mismo día, pidiéndole que me preparase algunas cosas. No estaba muy de acuerdo en que me fuera. Escuché por detrás cómo mi padre decía que me fuera sin nada, es decir, con lo puesto.
ESTA OBRA ESTÁ PROTEGIDA POR COPYRIGHT. ORIGINAL DE ISMAEL GOMEZÍA, PUBLICADA CON PSEUDÓNIMO GATO SOL RUBIO EN ABRIL DE 2012. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.
Pero me llegó un amor como caído del cielo, aunque a distancia. Le conocí el 17 de marzo cuando chateaba en la biblioteca y nos caímos muy bien. A los dos días ya éramos novios. Fue muy rápido. Se llamaba Wenceslao Jimenado, pero siempre le llamaba Wences, que era como se había presentado. Cuando se lo conté a Sejo, se quedó sin saber qué decir, pero me felicitó y Ricardo reaccionó igual, contento de que yo me sintiera feliz.
Wences era de Maracaibo –Venezuela-. Me gustó mucho cuando me envió su foto. Era moreno, alto y muy guapo. Ganó a mi imaginación la imagen que me había formado de él tal como en el chat y por teléfono se había descrito (alguna vez yo lo llamé a su casa desde un locutorio, pues me había dado su número). Yo le envié también una foto mía por correo y también le gustó mucho.
Se me ocurrió presentar a Sejo a Ricardo y viceversa, pues a ambos les había hablado al uno del otro. Y se cayeron muy bien, lo que me alegró mucho. Yo me sentía muy feliz por estar con Wences, aunque fuera en la distancia. Lo amaba, sí, esto fue lo que me dio ganas de regresar a Madrid. Si antes lo había deseado para conocer a Sejo y Ricardo, mucho más teniendo a mi novio viviendo a 450 kilómetros de mí en la localidad madrileña de San Sebastián de los Reyes.
Poco después, Sejo me habló de lo mal que se sentía, pues su padre lo trataba muy mal y su madre no le quería. Ambos eran muy crueles con él. Leopoldo Barragán y Luisa Durán eran dos malvados hasta la médula que de padres solo tenían el título. Por suerte, Sejo tenía una amiga que le apoyaba en todo. Se trataba de Nastasia González. Aunque el apoyo era con ciertos límites, ya que Leopoldo sabía que era la mejor amiga de Sejo, y tan sólo por eso le tenía manía.
Sejo me contó que en una ocasión, su perversa madre había llegado hasta el triste y malvado extremo de amenazar de muerte a su propio hijo y a su amiga, que no le dio mucha importancia a la amenaza, porque pensaba que la furibunda madre de Sejo estaba enferma de los nervios y no sabía bien lo que había dicho. Cuando Sejo habló en privado con su gran amiga sobre tales amenazas, le propuso denunciar a su madre.
NASTASIA: No, Sejo, mejor que no hagamos eso.
SEJO: ¿Pero porqué?, es muy serio, se trata de amenazas de muerte…
NASTASIA: Ya lo sé, pero con eso sólo conseguiríamos empeorar la situación.
Poco después, Leopoldo Barragán le advirtió a Nastasia que no jugara con fuego, pues podría quemarse, lo que inquietó a la joven, que interpretó tal advertencia como una amenaza, y es que lo era.
Yo en Torrevieja me sentía mal por no estar en Madrid apoyando a Sejo junto a su amiga, a la que los padres de este parecían tenerle la guerra declarada sólo por defender a Sejo, que era maltratado por su madre, que le había clavado una estaca en un costado poco antes de conocernos por el chat de Chueca, y estaba vivo de puro milagro. “Esa mujer está loca, pero loca de remate. Y el padre tampoco se queda atrás”, pensaba yo.
Sejo me contó también que como su padre le pillara viendo telenovelas, que a Sejo le encantaban, le llamaba de todo y su madre le pegaba latigazos en la cara, dejándosela marcada en la mayoría de las ocasiones.
Sejo y Ricardo querían conocer a Wences, por lo que les presenté por el Messenger y se agregaron sus direcciones para hablar entre ellos. Pero lo que me dijo Sejo días después me desconcertó. Me contó que Wences le había puesto la webcam y por casi se desnudó completamente ante él. Esto me pareció tan fuerte que, por supuesto no quise volver a saber nada más de mi novio a distancia y le mandé a la mierda; al saberlo, Ricardo me dijo que si Wences había hecho eso, yo había actuado de la mejor manera al cortar con él, añadiendo: “Yo hubiera hecho lo mismo. A mi juicio, un tío que le enseña su cuerpo a otro por webcam es un tío que te pone los cuernos, eso no me lo niega nadie”. No lo supe nunca pero nada me extrañaría enterarme de que me fue infiel. “Pues que le den por culo”, pensé. Así de claro.
Muchas veces he pensado que mi casa estaba embrujada. Sentía cómo si me hubieran echado mal de ojo, pues todo iba a peor. Era como si un espíritu diabólico me rondara para hacerme daño. Las nubes negras anidaban en mi corazón cuales amenazadoras señales de peligro y malestar; no sólo por haber terminado con Wenceslao, sino por la tensa situación que vivía en casa.
Un día estaba tan harto de mi padre, que para vengarme por su manera de tratarme, le cogí dinero de la cartera y me compré un móvil, pues quería poder hablar con Sejo y Ricardo. Fui a Vodafone y me compré un móvil, el Nokia 3410, que era el mismo que tenían mis padres. En casa pensaba decir que me habían tocado 100 € jugando a la ONCE, pero no coló. En cuanto mi padre vio que me había comprado el móvil, me lo quitó. Vaya bronca la de aquel día. Mi padre dijo que quería que me fuera de casa lo antes posible. Desde ese día dormiría en el comedor. Pero más fuerte fue sin duda lo que me dijo después: quería que desapareciera de sus vidas de una vez y para siempre. Nadie sabe cómo se te cae el alma al suelo al oír tales palabras. Yo sabía que me había pasado al coger ese dinero, pero consideraba que no era para tanto. Para colmo me había echado de casa y no podía volver hasta las once de la noche, y eso todos los días durante tres meses, lo que enfureció a Sejo cuando se lo conté. Juramos venganza, eso no quedaría así. Sejo me dijo que lo dejara todo en sus manos y así lo hice. Que la venganza fuera más cosa de él que mía, pues yo no sabía enfrentarme a mi padre sin que hubiera una paliza de por medio. Por esa parte, yo estaba tranquilo, porque sabía que tenía el apoyo de Sejo.
En el mes de abril, mi abuela decidió hacernos a cada nieto un regalo, por lo que yo pedí tener un móvil, con lo que al principio, mi padre, para variar, no estaba en absoluto de acuerdo. Pero a mi abuela eso no le importó. Es más, no sé lo que hizo mi abuelo que convenció a mi padre para que me comprara el móvil, pues me lo compró el sábado 12 de abril. Era un Nokia 3330, de los que se llevaban en 2003 con diferentes carcasas, pues eran todos del mismo color azul marino. Me hizo mucha ilusión y esa noche me puse a memorizar los números de teléfono como el de Sejo, Ricardo, y los que tenía apuntados en mi agenda y diario.
Al día siguiente, fui a la Playa de La Mata por la mañana y escuché por primera vez la voz de Ricardo, que me pareció muy varonil. Nos tiramos hablando bastante tiempo, como media hora, en la que me decía que tenía muchas ganas de conocerme en persona. Esto me animó mucho.
Todo iba muy bien, hasta que, el sábado 25 de enero, Sejo me dijo por Messenger que había conocido a un tal Raúl, de su misma edad y que se había enamorado perdidamente de él. Yo me alegré por Sejo y se lo dije pero, al salir del cyber, sentí que no me alegraba del todo. ¿Por qué? Me había enamorado de Sejo sin conocerle en persona y para más inri, estaba celoso.
Ese día empezó mal ahí, pero para colmo comimos todos en casa de la abuela y para variar, mi padre armó un escándalo poniéndome verde. Y claro, mi abuela no se calló y me defendió con valor. Pero a mí lo que más me dolía era lo de Sejo. Deseaba su felicidad, sí. Pero quería que estuviera conmigo, no con ese tal Raúl al que cogí manía sin conocerle siquiera. Me había enamorado de alguien que no conocía en persona y no era la primera vez.
El lunes volví a hablar con Sejo y en mi interior no dejaban de rugir los celos que sentía cuando me hablaba de lo bien que se sentía con su chico, al que yo cogía cada vez más manía. Miento si digo que me alegré del todo por sentirle tan contento, me alegré algo, pero tenía envidia, sentía envidia de lo bien que se encontraba al lado de un chico y también estaba celoso, pues lo quería sólo para mí.
En esos días compartí más de mi tiempo con Ricardo, quien me fue de gran estímulo para olvidar un poco el dolor que me causaba no ser yo el afortunado que estaba con Sejo. Me acordé por aquel entonces del proverbio ese que dice algo así como “Existe un hermano nacido para el tiempo de angustia”. Fue de verdad un verdadero consuelo para mí el poder contar con su apoyo y amistad, pues me sentía muy mal por no estar en Madrid. Seguía odiando Torrevieja y les había dicho a Sejo y Ricardo que en poco tiempo regresaría a Madrid para nunca más regresar al “maldito pueblo de Torrevieja”, pues estar en ese lugar me había traído muchos disgustos y sinsabores. Lo de “maldito pueblo” lo decía muy a menudo. No solo estaba triste por Sejo, sino también porque en casa seguían haciéndome la vida imposible: mi padre con sus absurdeces y mi hermana con sus críticas destructivas cuando yo estaba viendo alguna telenovela.
Mi abuela estaba muy harta del comportamiento de mi padre y un día le dijo a mi madre que ojalá nos dejara un día y se largara por ahí. Mi madre a veces no hablaba por no pecar, por lo que no contestó nada a ese comentario que había hecho mi abuela. Pero tuvo que admitir que sin ese hombre en casa estaríamos más tranquilos. Más aún cuando sucedió lo que relataré a continuación. Esa noche habían llegado de la reunión de los Testigos, y yo llegué a casa poco después. En La Primera de Televisión Española se estaba emitiendo Ana y los 7, serie que siempre veíamos toda la familia. Pero mi padre tuvo la mala leche de quitar la serie y poner una película violenta de las que tanto le gustan. Como en la habitación de mis hermanos Pablo y Marta había tele, mi hermano y yo nos fuimos a ver Ana y los 7. Mi madre estaba haciendo la cena y mi padre cenando el primer plato, mientras mi madre se quejaba de que siempre veía películas violentas. Mi padre le pidió que se callara, por lo que ella se ofendió. Mi madre se dio cuenta de que mi hermana se había venido con Pablito y conmigo a ver Ana y los 7, por lo que se vino a verlo con nosotros. Mi padre se quedó sólo cenando y eso le jodió tanto que se levantó y al llegar a la habitación, nos echó fuera, a mí me empujó tirándome al suelo, lo que molestó a mi madre. Pero ahí no acabó la cosa: mi hermana cambió el canal quitándole a mi padre la película, lo que le enfureció tanto que cogió la televisión y la tiró al suelo con toda su mala leche. Mi madre se echó las manos a la cabeza y yo me quedé a cuadro, y es que si no llega a ser porque mi hermana lo impidió, me tira la televisión a mí. Eso ya fue demasiado fuerte. Mi padre se cabreó diciendo que yo tenía toda la culpa, que yo lo había provocado incitando a mi hermano a ir a ver la serie en la otra tele. Mi madre se enfrentó a él como llevaba tiempo sin hacerlo, poniéndole en su lugar, como se merecía, lo que le irritó tanto que quiso pegarme, pero mi hermana se puso por medio y me defendió. La verdad que de ella no me lo esperaba, pues siempre ha estado más de su parte al joderme y al disfrutar criticándome. Puede parecer exagerado, pero juro por mi abuelo Boni –que en paz descanse-, que lo que estoy contando es muy cierto.
Destinado a sufrir. Así me he visto muchas veces. Y todo por culpa de lo que me han humillado y maltratado psicológicamente. No es raro que haya necesitado mucho apoyo de mi abuela y los que de verdad se han interesado por mi bienestar, como por ejemplo, mi querida prima Silvia, a la que siempre le estaré eternamente agradecido. Muchas veces he pensado que he nacido para sufrir. El maltrato psicológico vivido en carne propia muchas veces me ha hecho desear morir, desaparecer para siempre. Cuando alguien te trata como lo hizo mi padre aquella vez, te hace sentir como una mierda, un cero a la izquierda.
Esa noche mi padre vociferó como él solía hacer cuando se comportaba como un loco. Le llegó a decir a mi madre que se iría de casa y ella respondió que no estaría mal que nos dejara un poco en paz. Después de eso, les oímos discutir acaloradamente en su alcoba, pero al rato se calmaron los ánimos. Tras la tormenta, la calma. Y así fue.
Al día siguiente, no dudé en contarle a Sejo el numerito que había montado mi padre por la noche, lo que le indignó, por lo que volvió a decirme que nuestra venganza contra él seguía en pie.
Mi abuela se quedó a cuadro cuando le conté el escándalo que había armado mi padre y lo nerviosa que se había puesto mi madre.
FLORENCIO: Tu padre está mal de la cabeza.
JUANI: Es que lo que hace tu padre no es de un Testigo de Jehová.
FLORENCIO: Claro que no, ¡lechuga!
El día 5 de febrero me quedé a cuadro al leer un e-mail que Sejo me había mandado: había cortado con su novio porque sólo quería sexo con él, sólo quería llevárselo a la cama. Como yo estaba en la biblioteca y no podía conectarme al Messenger, le escribí un e-mail como respuesta diciéndole que le esperaba en el chat por si podía conectarse. Y no tardó en entrar. Me contó que el tal Raúl era un gilipollas y un descerebrado que sólo había estado con él con la única intención de llevarle a la cama. “Pero se ha quedado con las ganas, pues al descubrir sus verdaderas intenciones conmigo, huí de él como alma que lleva el diablo”, me dijo.
YO: ¿Pero tú cómo te sientes?
SEJO: Bien. Sé que he hecho bien cortando. Se ha aprovechado de mi necesidad de sentirme querido y ha intentado forzarme a tener relaciones, para lo que yo no estaba preparado tan pronto. Lo veía muy precipitado.
Yo me alegré un montón por esa ruptura, pues eso me dejaba el camino libre con él de nuevo y, además me alegré, de que no hubiera sido una ruptura traumática, pues Sejo no estaba deprimido ni triste, sino que parecía sereno al contarlo y se notaba en su manera de expresarse. Aunque me dolía mucho que se hubieran burlado de sus sentimientos. La empatía fue lo que me llevó a apoyarle aún más, pues sabía por lo que estaba pasando. Pero eso sí. El tal Raúl había pasado a la historia. No volvimos a hablar de él en aquellos días. Le amaba y eso sentía en mi corazón, pero yo mismo me prohibía ese amor, pues amar en la distancia es muy duro sobre todo si estás a 450 kilómetros de tu pareja, como me pasó en los meses siguientes. “Mi amor por Sejo no es tal, sino cariño fraternal”. Eso es lo que una parte de mí quería pensar, pero la realidad era bien distinta. Porque si yo sentía sólo “cariño fraternal”, ¿a qué vinieron los celos que me provocó el saber que Sejo tenía novio? Eso contesta una vez más a lo que ya he dicho: no era “cariño fraternal”, era un amor profundo que había nacido en mi corazón.
Pasé el día de Reyes comiendo en casa de mis abuelos, que se alegraron mucho de que estuviera de nuevo en Torrevieja. Mi abuelo me dijo que si quería independizarme lo primero de todo tenía que tener un trabajo, por lo que les prometí que lo buscaría. Mi padre dijo que no quería un vago en casa, por lo que mi madre me defendió, diciendo que tenía que descansar, pues había pasado varias noches sin dormir. Si había algo que a mi padre le reventara, era que mi madre me defendiera siempre de sus ataques y paranoias verbales, que, en la mayoría de las ocasiones, acababan en discusiones que hacían mucho daño a la familia. Pero la cosa subía mucho más de tono si era la abuela la que me defendía. Entonces sí que no había quien le aguantara. Porque ahí sí que el papel de víctima no le vale, pues mi abuela le conocía muy bien y muchas veces se quejaba de que su hija tuviera que soportar a un hombre así.
Al día siguiente, me fui a chatear a la Biblioteca Municipal de Torrevieja, pues allí se podía usar Internet sin pagar una hora al día.
En el chat de Chueca conocí a un chico llamado Ricardo, que me cayó muy bien y tenía 18 años. Se describió así “alto, delgado, ojos marrones, ni muy guapo ni muy feo, normal, del montón”, dijo él. A mí me gustó que fuera tan sincero y yo me describí tal y como me había descrito cuando en ese mismo chat había conocido a Sejo. Por cierto, busqué su nick pero no le encontré, lo que me desanimó un poco. Pero para volver a saber de Sejo no tuvo que pasar mucho tiempo. El viernes 10 fui a un cyber de la calle Joaquín Chapaprieta y al abrir mi Messenger cuál fue mi sorpresa al encontrarme con Sejo, que pidió disculpas por haberme plantado, pues le dio corte lo de quedar para conocernos habiendo hablado tan sólo una vez por el chat. También se disculpó por no haberme avisado y es que tampoco sabía como localizarme para decirme que no iba a acudir a nuestra cita. Acepté sus disculpas, diciéndole que no pasaba nada, lo que agradeció. Se entristeció un poco al leer cómo me había visto obligado por las circunstancias a regresar a Torrevieja después de pasar tantas penurias en Madrid. Pero se sintió contento de haber vuelto a hablar conmigo, igual que yo, que se lo había pedido al 2003, y nueve días después de comenzar el año mi deseo se había cumplido.
Desde el día siguiente pasó casi un mes entero en el que yo sólo vivía para estar enganchado al Messenger, tanto hablando con Sejo como con Ricardo. Sejo y yo cada día nos caíamos mejor. Con Ricardo también congeniaba en muchas cosas, total, que nos estábamos haciendo muy amigos. Ricardo me caía muy bien. Era de Alcorcón, por él me hubiera ido de nuevo a Madrid, pero no quería volver a estar en la calle ni repetir las malas experiencias vividas dos veces en el mes de diciembre.
La voz de mi tía lo dijo todo cuando le pasé el teléfono a mi madre: “El abuelo Boni acaba de morir”.Sabíamos que de esa noche no pasaba, ya nos lo habían avisado. Nos sentimos muy tristes.Mi padre volvió a admitir que había sido precipitado el volver ese día, pues hubiéramos podido ir al entierro.
Mi abuelo Florencio llamó a mi madre para decirle que esa misma noche saldrían para Madrid; mi madre dijo que se iba con ellos. Yo también quería irme y mis abuelos no pusieron ninguna pega, pero cuando bajé al coche me llevé un chasco tremendo: no podía ir con ellos, ya que a última hora, mi primo Felipín y su pareja, Bernardina, iban a ir a Madrid con mi madre y mis abuelos. Subí a casa llorando. No podría ir al entierro, pues no cabía en el coche, lo que también les dio rabia a mis abuelos.
Tuve que conformarme con que mi madre nos contara por teléfono como había transcurrido todo; al llegar el domingo nos contó cómo había sido el entierro. Dijo que había ido mucha gente del barrio de mi bisabuelo. Pero lo que más me chocó fue que mi prima Silvia se había peleado con su prima Dana. Por lo que nos contó mi madre, mi prima había dicho que nadie quería al abuelo más que ella. Por lo visto, Heliodoro flipaba al verla tan tensa y mi primo Esteban -hermano de Silvia-, tuvo que pedirle varias veces que se calmara, haciéndola salir de la sala del velatorio.
Supe también que mi prima Rubí había estado un rato en el tanatorio el sábado por la noche, que vio al abuelo Boni de cuerpo presente, lo que le causó mucha impresión. Era natural que le causara un hondo penar.
Mi madre se alegró de que esa tarde quisiera ir con mi padre a la reunión, pues había hablado con él sobre mi decisión, aunque con ciertas dudas, de volver a ser Testigo de Jehová.
Aunque en verdad lo dije para no correr el riesgo de que no me quisiera tener en casa por estar expulsado, como había sucedido antes y como volvería a suceder, como veremos más adelante.
La muerte del abuelo Boni había sido lo peor del comienzo de 2003, el acontecimiento familiar más triste acaecido ese año. Y de eso hablé con mis abuelos al ir a visitarles el día siguiente. Yo quería mucho a mi bisabuelo, quien siempre preguntaba por mí a mi abuela.